¿Alguna vez has intentado aprender algo y te ha costado trabajo? Hay varias razones para ello. Por ejemplo, el estado de nuestro sistema nervioso, la autorregulación y la integración sensorial. Los tres están estrechamente relacionados y crean la base del aprendizaje (permanente).
La base es nuestro sistema nervioso central, que está estrechamente vinculado a nuestros sistemas sensoriales. Las habilidades de procesamiento sensorial son la base del aprendizaje y la regulación del comportamiento. Por eso, si los niveles inferiores de la pirámide de aprendizaje no son estables, podemos tener dificultades para concentrarnos, completar tareas y aprender cosas nuevas.
La integración sensorial, es decir, la recepción, el procesamiento y la interconexión significativa de la información sensorial en el cerebro, comienza incluso en el útero y es un componente importante del desarrollo infantil. Es la base para el aprendizaje de otras habilidades, como el habla, la lectura, la escritura, la concentración, la motricidad gruesa/fina, pero también el comportamiento y la autoevaluación. Por lo tanto, este proceso no sólo es crucial para nuestro desarrollo sensoriomotor, sino para todos los procesos de aprendizaje conceptual y cognitivo que necesitamos como adultos si queremos seguir desarrollándonos.
Nuestro cuerpo está organizado "de abajo arriba", por así decirlo (véase la pirámide de Williams y Shellenberger). Todo comienza con nuestro sistema nervioso y la percepción sensorial. Sólo entonces la planificación motriz, la postura, el equilibrio, la coordinación, la motricidad gruesa/fina, etc. se desarrollan en base a esto, hasta que finalmente somos capaces de un "aprendizaje académico". Tenemos que dominar cada habilidad de la pirámide paso a paso para progresar hacia habilidades superiores como la autorregulación (emocional), la atención y el aprendizaje.
"La autorregulación es la capacidad de alcanzar, cambiar o mantener un nivel adecuado de alerta ante una tarea o situación" (Williams & Shellenberger, 1996). La capacidad de cambiar nuestro nivel de alerta es la base del aprendizaje y del cambio.
En un estado de alerta bajo podemos dormirnos bien pero no estamos preparados para aprender, en un estado de alerta alto nos gusta animar a nuestro club favorito y somos muy activos, pero incluso en este estado el aprendizaje es difícil. Por lo tanto, nuestro objetivo en la formación y el coaching es alcanzar un estado óptimo de alerta con el fin de preparar nuestro sistema nervioso para aprender, trabajar e interactuar. Si somos capaces de aplicar estrategias de autorregulación, nuestros sentidos pueden ser utilizados y aprovechados con mucha más facilidad.
En mis sesiones de coaching corporal, trabajo mucho con el embodiment y, entre otras cosas, con el protocolo Safe and Sound de iLS para llevar el sistema nervioso autónomo a un estado de alerta que esté listo para aprender y relajado. Además, utilizamos el programa Focus System (una combinación de música, ejercicios lúdicos y movimientos) para estimular la comunicación entre los dos hemisferios del cerebro, promover la propiocepción y reforzar la coordinación mano-ojo, etc.. Las funciones sensoriomotoras, es decir, la interacción entre la recepción del estímulo y la respuesta al mismo en forma de movimiento, desempeñan aquí un papel central.
Si seguimos la organización "de abajo arriba" de nuestro cuerpo, podemos regularnos mejor y aprendemos más fácil, más rápido, más eficazmente y más eficientemente.
Así pues, el aprendizaje permanente y el desarrollo personal tienen mucho más que ver con el cuerpo que con la pura capacidad cerebral. ¿Lo habrías pensado?
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